sábado, 18 de mayo de 2013

Soledad, Individuación y Subjetividad


Soledad, Individuación y Subjetividad



El ser humano moderno gana en dos aspectos de su autoconciencia, a saber, la individuación y el concepto de lo social. Ambos son una ganancia que va configurando las sociedades modernas que sirven de hábitat al humano moderno. Sin embargo, el gran eje o pie de apoyo de la persona moderna está dado por la razón, que se transforma en el principio básico y dinámico, no tan sólo del individuo, sino también de toda la estructura social a la cual pertenece. Este factor de cambio social produce en el ser humano, la posibilidad de aprehenderse como actor y protagonista de los cambios.
A pesar de todo ello, jamás ha emitido la persona humana un grito tan profundo como la experiencia de soledad que le recorre a él y a nuestras sociedades modernas. Sociedad que se construye en el espacio de lo urbano como lugar privilegiado del desarrollo. La raíz de la soledad posee dos vértices principales, que a mi gusto delinea en forma muy efectiva el artículo de “La Modernidad y sus Desafíos”; estos son la autocomprensión e individuación ya antes mencionadas, y la preeminencia de lo económico, en cuya raíz se encuentran el desafío egoico de la satisfacción de “necesidades” que son la base del egoísmo moderno. Ante estas dos formas de cambios que produce la modernidad en la conciencia moderna, el ser humano se encuentra solo, pues aunque el desarrollo de las utopías y formaciones de las ideologías modernas pareciera unirle, es justamente esta falsa muestra de unidad la que produce en los sujetos una despreocupación clara de las necesidad de integración efectiva de las personas ya no como entes sociales o masas, sino en cuanto individuos con rostros, preocupaciones y necesidades muy concretas.
Por otro lado, el desarrollo del mercado y su pseuda economía de satisfacción, produce en los sujetos modernos, una desconexión real de sus intereses, creando necesidad en un mercado altamente competitivo que se basa en las satisfacción de los requerimientos de los consumidores y que se alimenta de la creación de nuevos bienes de consumo, que hacen indispensable la existencia moderna. Este hecho produce en los hombres y mujeres modernos, la trastocación de los valores humanos ético-morales, en que la felicidad se consigue mediante la adquisición de los diversos medios que ofrece el mercado.
Así mismo, la época moderna nos ha dejado dos instituciones intangibles que prefiguran este hecho, estas son el Estado y el Mercado. Ambas han sido dueñas del debate y transformaciones modernas, y aunque ambas solo existen en las conciencias de los sujetos, han provocado un constante aislamiento del individuo y sus temas, en cuanto persona. Ambos estamentos son figura de la desvinculación moderna del sujeto frente a sí mismo. La autoposesión del hombre, el rol de la historia como un devenir  y un progreso; la marcada secularización de occidente, se transforman a mi modo de ver en meros accidentes y pseudos conformismos de lo que nuestra modernidad nos ha dejado en deuda. No por nada los nuevos movimientos post-modernos buscan superar esta forma, creando nuevos caminos para la autoafirmación del sujeto y la autopercepción de la interioridad de la persona.

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