“Cuanto más grande es el caos,
más cerca la solución”
Proverbio Chino
En el año 1963 Edward Lorenz presentó un nuevo
modelo de comportamiento climático; este modelo aunque estaba basado en muchas
teorías anteriores, entre ellas de la mecánica cuántica y de la
relatividad, le llamó teoría del caos y rápidamente captó la atención
de muchos físicos, hoy a esta teoría se le considera la tercera gran teoría del
siglo XX. Básicamente esta teoría es ocupada para explicar los procesos en los
sistemas dinámicos que suelen ser muy sensibles a las variaciones iniciales;
basta un pequeño cambio al inicio del proceso para que el producto sea
completamente diverso a las predicciones científicas. Este modelo riñe de plano
con los sistemas planteados por las teorías de Descartes y Newton; para ellos
el mundo y el universo funcionaba mediante leyes claras y establecidas, uno
desde la matemática y otro desde la física respectivamente. Entonces para
comprender el mundo, el científico, solo debe saber observar y predecir las
leyes naturales que lo componen de la manera más cercana a la realidad, dicho
en boca del filósofo padre del positivismo, Agusto Comté «Ver, para Preveer,
para Proveer». La Teoría del Caos, rompe los cimientos de esta creencia de las
ciencias modernas; hoy ésta es largamente aceptada por la comunidad científica
y no solo la física, sino también la matemática, la medicina, la química. Pero
también este modelo es aceptado por las ciencias sociales como la historia, la
sociología y en especial en este último tiempo por la economía.
La escuela moderna nace bajo los preceptos de la
razón funcional-segregadora extraída de los modelos impositivos de adquisición
de conocimientos, no es de extrañar entonces que la estructura interna de los
procesos educativos hasta ahora conocidos tengan como parangón el modelo de
Newton y la interpretación del orden cósmico universal. De hecho la escuela se
transformó con el tiempo en un gran laboratorio de orden y disciplina que
respondía eficientemente a estas leyes, no solo en los aspectos epistemológicos
propios de las ciencias que se aprendían, sino por sobre todo de los
comportamientos de los mismos integrantes del proceso, de los alumnos. El
enceguecimiento que provocó el proceso ilustrado como obnubilante de todos los
procesos humanos, marcó el inicio de la educación propiamente tal y de este
modo se erigió en el verdadero despotismo ilustrado, no por el control del
poder político, sino por el control de los saberes que debía aprenderse; de
hecho, el mismo concepto de alumno encierra esta misma metáfora (alummi: el que
debe ser alimentado y luego fue entendido como el que debe ser iluminado, Esta
es una confusión largamente difundida durante esta época, aunque
etimológicamente la palabra viene del verbo alo, que es alimentar. Durante la
ilustración la explicación sobre la luz calzó muy bien con los discursos
establecidos en especial por el grupo de los enciclopedistas franceses.), el
alumno es el que debía ser iluminado por la belleza de la razón
funcional-segregadora y ordenada.
Pero qué pasa si el modelo teórico cambia
radicalmente, como lo que está ocurriendo con la teoría del caos, qué pasa si
el aprendizaje responde a los modelos caóticos y no a los procesos de
desarrollo ordenado, claros y en etapas, como nos fueron presentados por los
diversos teóricos del aprendizaje desde Piaget en adelante.
Bueno este es el meollo del asunto, el
aprendizaje responde al modelo caótico, ya que que es un sistema sensible a las
variables, puesto que está radicalmente enraizado en la libertad del alumno,
dicho en palabras del mismo Carl Rogers y valga lo largo de la cita «De antiguo, la educación ha considerado el
aprendizaje como una forma ordenada de la actividad cognitiva de la porción
izquierda del cerebro. El hemisferio cerebral izquierdo tiende a funcionar de
manera lógica y lineal, avanzando paso a paso, en línea recta, y poniendo de
relieve las partes, los detalles que constituyen el todo. Acepta sólo lo seguro
y claro y se ocupa de ideas y conceptos. Guarda relación con los aspectos
masculinos de la vida y es el único tipo de actividad que ha tenido aceptación
plena en nuestras escuelas y universidades. Sin embargo, involucrar a toda la
persona en el aprendizaje significa también poner la libertad y utilizar la
porción derecha del cerebro… Estimo que todos los educadores prefieren
facilitar este tipo de aprendizaje experiencial y significativo de la totalidad
de la persona, antes que la forma disparatada del silabario. Con todo, en la
gran mayoría de nuestras escuelas, en todos los niveles de la educación,
estamos encasillados dentro de un criterio tradicional y convencional que hace
difícil, si no imposible, el aprendizaje significativo.» (Rogers, C.
(1986). Libertad y Creatividad en la educación (en la década de los 80).
Barcelona: Paidos.). Hoy podemos perfectamente complementar a Rogers, que la
incorporación de modelos no ordenados de aprendizaje donde concurra la libertad
como principal herramienta, no son solo una cuestión de justicia distributiva,
sino que hoy responde a la complejidad de los sistemas de aprendizaje, sistemas
que están mucho más cercano a los modelos no previsibles. Esta tarea del
aprendizaje, es radicalmente creativa y de ahí la importancia que este punto
tiene para entender hoy la problemática del sistema educativo, el caos no
entendido como desorden sino como imprevisión, es espacio donde puede surgir y
estimularse la creatividad en el aula.
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