El Aula Socrática
Durante los últimos
años, he investigado con más paciencia algunas metodologías que permitan llegan
a un aprendizaje efectivo de los alumnos. En este proceso muchos docentes
refieren su experiencia con mucho éxito, relatando incluso hechos prodigiosos
que solo al contarlos te conmueve en la más íntimo; y tal vez, porque no
decirlo genera cierto grado de envidia, pues te gustaría tener los mismos
resultados que te dicen.
Sin embargo, es en
este punto donde se concentra el problema; la más de las veces no he logrado
los resultados que mis colegas me relatan. Suelo pensar que este problema, no
es de la técnica utilizada, sino más bien del docente, o sea mío. Creo y así lo
descubro con el tiempo; que no tengo tanto carisma para que las cosas me
resulten de buena forma; ciertamente un profesor carismático hace gran
diferencia. Sin embargo, la mayoría de los profesores no contamos con ese
carisma y por lo mismo, más que buscar ayudas apostólicas, debemos aspirar a
metodologías más profesionales, que permitan mejorar el proceso
enseñanza-aprendizaje.
Es así, como tope
con la metodología del Aula Socrática y
con poca esperanza la implementé en el penúltimo año de enseñanza formal (en mi
país se llama tercero medio, o tercer año de secundaria). El tema daba para
muchas formas metodológicas, estábamos viendo «el sentido de la vida». Para mi
sorpresa, la metodología tenía poco de común con Sócrates porque era bastante
estructurada, así que realicé algunas innovaciones a la misma estructura.
Permití que los
alumnos a ellos mismos generar la estructura del debate, nombrar los
moderadores y luego cruzar la coevaluación del proceso. El texto desde donde
debían comenzar a discutir era «El Laberinto de la Soledad» de Octavio Paz. Para sorpresa mía, el método generó
resultados que califico de extraordinarios; pues vi participar activamente a
los alumnos que siempre estaban reacios en la sala de clases; luego se generó
un debate muy abierto no determinado que conectó a los jóvenes con sus
experiencias personales y finalmente, cuando terminó la hora de clases, los
mismos alumnos me pidieron quedarse un tiempo más para seguir conversando. Creo que el éxito de la actividad, fue
justamente que a la dinámica se le impuso pocas reglas y se dejó fluir la
creatividad de los alumnos, ese fue el factor determinante.
Algunas referencias:
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