Cuando por primera
vez vi esta pregunta en el texto de C.Rogers , me pareció una pregunta absolutamente desgarradora, al mismo tiempo tan necesaria de formular ¿Es
posible ser auténticamente humano dentro de la sala de clases?
Desarrollo Integral de la Persona
Si hacemos un rápido
paneo a la mayoría de los proyectos educativos, veremos con bastante
aproximación que la mayoría de ellos promueven el desarrollo integral de la persona en todos sus ámbitos; sin
embargo, a este respecto a la mayoría de los que estamos trabajando en aula,
nos inquieta profundamente en especial cuando desarrollamos nuestros trabajo
docente, parece ser que efectivamente no tomamos todas las dimensiones de la
persona, sino que nos centramos en el desarrollo racional, nos centramos en
nuestras cabezas. En general los filósofos orientales cuando se refieren a
nosotros tienen un dicho "Ustedes son cabezas caminantes".
Toda educación desde
su ser mismo tiende a despertar, desplegar, motivar, favorecer todas las
potencialidades de la persona. Pero qué es la persona humana, cuáles son las
dimensiones que abarcan al ser humano.
Podemos encontrar
muchas y muy variadas clasificaciones del ser humano, dependiendo de la
teoría psicológica a la cual nos
inclinemos. En un centro de rehabilitación de drogadictos en cual trabajé, se
hablaba de una persona en cuatro dimensiones y cuando se trataba a los
pacientes, se procuraba sanarlos en estas cuatro dimensiones. Desde ahí me
enamoré de este modelo, pues al mismo tiempo de ser muy simple, es fácil
entenderlo como funciona en las prácticas individuales y sociales.
Las cuatro
dimensiones que hablaban se trata de las dimensiones Biológica, Psicológica,
Social y Espiritual. Este mismo modelo lo he implementado constantemente en mi
ejercicio como docente, no en la práctica como quisiera, sino en la teoría. Se
los he explicado muchas veces a mis estudiantes, a fin de poder entender el
fenómeno humano, a fin de entendernos mejor entre nosotros mismos;
explorándolo, cuestionándolo y por sobre todo, que nos pueda hacer sentido como
explicación del mundo. Los tres primeros siempre son fáciles de comprender,
puesto que se nos ha enseñado largamente sobre ellos y los podemos relacionar
con tareas prácticas de cada uno de nosotros. Pero la dimensión espiritual
siempre me ha sido compleja, pues aparecen resistencias, dudas y suspicacias.
Tristemente tendemos a relacionar lo espiritual con fenómenos religiosos que
ciertamente están incluidos, pero no lo agotan necesariamente. Lo espiritual
necesariamente tiene que ver con las manifestaciones humanas ligadas a la
creatividad, el arte, la música, el baile y también con aquellas preguntas de
sentido, sus búsquedas y sus respuestas; Nuestra forma de explicarnos lo que
nos rodea, la cosmovisión y por sobre todo, todas aquellas explicaciones que
nos permiten entender nuestras mismos fenómenos, nuestros sentimientos, sueños,
anhelos y esperanzas; en lo espiritual tiene cabida lo racional e lo irracional
de nosotros mismos, está contenido nuestras luces y sombras, nuestras
preguntas. Naturalmente ustedes entenderán que por la vehemencia con que aquí
explico lo espiritual, la considero clave en todo el proceso de desarrollo
humano.
La Interrelación
Efectivamente lo
espiritual es clave para entender al ser humano en su totalidad, pero no deja
de ser relevante que las cuatro dimensiones componen integralmente al ser
humano, este hecho parece fundamental a la hora de entendernos, puesto que
estas cuatro dimensiones están siempre comunicándose entre sí. De hecho al
presentarlas así, también es una falacia, puesto que en nosotros no hay nada
esté únicamente en un solo aspecto, estamos siendo afectados siempre desde lo
que somos totalmente, por lo que esta división solo atiende al modelo didáctico
de comprensión. Para tratar de entender la forma en que se relacionan estos
aspectos, tiendo a dibujarlos en círculos concéntricos desde lo Biológico hasta
lo Espiritual, desde lo más simple a lo más complejo; pero este modelo ayuda a
explicar la forma en que se afectan cada una de las dimensiones. Los fenómenos
externos tienden a afectar hacia afuera
del círculo, una enfermedad, por ejemplo, afectará a la esfera biológica, pero
naturalmente todas las otras dimensiones se verán también afectadas por este;
una simple gripe puede llevarnos a tal grado de vulnerabilidad que podemos
llegar a cuestionarnos la forma en que entiendo mi mundo. Por otra parte, los
fenómenos internos afectan como las fuerzas centrípetas desde los más amplio
hacia el centro, por ejemplo, cuando nos cuestionamos sobre el sentido de la
vida, si llegamos a respuestas que nos tranquilicen, puede llevarnos incluso a
sentirnos bien corporalmente.
¿Quiénes entran al aula?
En el mismo centro
de rehabilitación que contaba al inicio de este artículo, tenían un lema a la
entrada de la casa que decía la siguiente frase: «No existe ningún lugar en que
pueda escapar de mi mismo»; ciertamente el lema apuntaba a la necesidad de asumirse
con todos los aspectos claros y oscuros a fin de emprender la tarea de
recuperación; sin embargo, este mismo lema que constantemente me lo repito como
un mantra, podríamos parafrasearlo
"No existe ningún lugar
donde la persona no deje ser completa".
Mi experiencia en la
docencia es que en el aula no hay espacio para que seamos personas completas.
Toda nuestra actividad está centrada en los razonamientos lógicos y analógicos;
dejando de lado todo una basta y rica experiencia humana que nutre de información
vital nuestro aprendizaje. No hay espacios para los sueños, anhelos, visiones,
críticas y relativizaciones del mundo que nos rodea. No solo dejamos fuera
nuestra experiencia vital, sino que la relegamos y condenamos a un paso
inferior en la escala de conocimiento, el cual la escuela en todo este tiempo
se ha encargado con mayor sabiduría de extirpar de las noveles mentes que
entran en su espacio.
Hace un tiempo atrás
una profesora universitaria sentenció en clases «los profesores deben aprender
a ser profesionales, deben dejar de lado la intuición y confiar en su
profesionalismo». Pero, por qué dejar de lado aquello que nos pertenece; entre
otras cosas la intuición es que nos ha dado continuamente posibilidades de
subsistencia como especie ante los cataclismo que nos ha tocado enfrentar, por
qué dejarla de lado. Tiendo más bien a pensar que deberíamos mirarnos con más
respeto, pues nosotros no solo un artificio construido por la razón
moderno-positivista; sino que somos fruto de un largo cause de evolución, no
solo de nuestra especie, sino de todo el proceso de la vida en la tierra. Como
dice el viejo refrán chino: «Somos mucho más de lo que sabemos y sabemos mucho
más de lo que creemos»
Educar es Revolucionar
Educar no es
reproducir
Educar no es
reconstruir
Educar no es
conducir
Educar por sobre
todo es Aprender
Lo único que he
aprendido en toda mi práctica docente, es que aún no sé educar, solo sé
aprender.
Dejemos entrar a
todo lo humano en nuestras aulas y es más, dejemos que todo lo humano rompa
nuestras aulas estructuradas.
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