lunes, 7 de octubre de 2013

El error como situación de aprendizaje

Por premio o castigo

Por largo tiempo el proceso educativo se ha caracterizado por validar estratégicamente el premio y el castigo para generar los aprendizajes de los alumnos. Esta forma de refuerzo se consolidó largamente, primero por toda la teoría psicológica del aprendizaje que hoy conocemos por conductismo, que se concentró en todas nuestras escuelas… pero ¿Cómo no validarla? Si toda la experiencia nos permitió comprobar que la mejor manera de generar cambios en la conducta de los sujetos, era a través de la premiación de aquellos comportamientos que la experiencia cultural recomendaba como buenos y por otro lado, el castigo de aquellos que eran enjuiciados como malos y no estamos tan lejos para recordar que aquellos castigos muchas veces se infringían física y psicológicamente por parte de los docentes. En segundo lugar y siguiendo estos mismos preceptos se estableció la teoría curricular, llamado enfoque técnico, dicha teoría concebía al docente como un agente técnico, solo capaz de seguir ciertos preceptos emanados por una cabeza central que dictaminaba qué, cómo y cuándo enseñar, aquí el currículo escolar es entendido como un plan de instrucción donde el docente solo conoce los objetivos de aprendizaje y las estrategias de acción específicas, a fin de conseguir los resultados esperados. Todo el proceso estaba regulado desde su inicio hasta el fin y el papel del docente (actor principal del proceso) es solamente reproductivo.